La Ciudad

El jefe del Estado Mayor del Ejército presidió la ceremonia en la AADA

En la sede de la Agrupación Antiaérea de Ejército 601 Escuela se conmemoró el 34º aniversario del "Bautismo de Fuego" de ese batallón en la guerra de Malvinas.

En su primera visita como jefe del Estado Mayor, el general de división Diego Suñer, agradeció a todos los presentes en la ceremonia, conmemoró el Bautismo de Fuego que “tuvo lugar en la gélida madrugada malvinense, cuando los defensores de Puerto Argentino recibieron el primer bombardeo de aeronaves” y evocó “el valor de nuestros artilleros, la entrega generosa de los caídos y el sacrificado esfuerzo de los combatientes”.

A modo personal, aseguró que “éste es el sentimiento de un soldado que agradece el sentimiento de otro camarada” y recordó que en aquel entonces le tocó estar apostado a 600 kilómetros de las islas Malvinas.

“Sintiéndose dignos herederos de las glorias militares patrias -señaló-, cuadros y soldados concurrieron a las islas conscientes de la responsabilidad que les asistía en la recuperación y defensa de una parte del territorio nacional y luego, en acción, probaron un estado espiritual imbuido de la noble entrega al servicio”.

Asimismo, sugirió que “el ejemplo de los caídos, de aquellos que ofrendaron su sangre para testimoniar la voluntad soberana del pueblo, inspire siempre sus pasos”.

Además, consideró que ayer fue “un día lleno de simbolismo”, recordó a los veteranos de guerra que “representan el esfuerzo y la entrega y el mantener la calma durante el ataque enemigo para lograr la precisión de sus fuegos”.

Suñer mencionó que, en el año del Bicentenario de la declaración de la Independencia, los nombres de los caídos en combate “están grabados en el bronce como huella imborrable de conducta y su espíritu se encontrará siempre presente entre las filas de los integrantes del Ejército”.

Efecto superador

“Se pudo honrar a la patria a lo largo de toda nuestra historia -añadió-, se la puede honrar ahora y se la podrá honrar siempre que haya argentinos dispuestos a dar todo por el conjunto de sus compatriotas y a hacer efectiva, una vez más, la frase sanmartiniana ‘seamos libres, que lo demás no importa nada'”.

Desde el palco principal, aplaudieron sus palabras, el intendente municipal, Carlos Arroyo; los secretarios de Salud, Gustavo Blanco; de Desarrollo Social, Vilma Baragiola; y de Gobierno, Alejandro Vicente; los concejales Lucas Fiorini y Alejandro Carrancio; y el obispo diocesano, Antonio Marino, encargado de la invocación religiosa.

Por su parte, el coronel Fernando Rampulla, jefe de la Agrupación Antiaérea de Ejército 601 Escuela, rememoró las horas previas al “Bautismo de Fuego” del batallón del Ejército y consideró como “un efecto superador la acción de la defensa”.

“El 1 de mayo de 1982 -aseguró- el instinto y el fervor de los soldados, más la efectividad de las armas, fueron un escollo para la reconquista inglesa. Las Fuerzas Armadas estaban dedicadas a luchar contra un gigante para defender su posición”.

Asimismo, pidió “honrar a los patriotas caídos”, a los veteranos de guerra y “a los que quedaron en las islas, que están ausentes pero iluminan el camino a seguir”. Finalmente, se encomendó a “Santa Bárbara”.

Acto seguido, las autoridades depositaron una ofrenda floral en el monumento a los caídos, desfilaron 9 antorchas encendidas en conmemoración de las bajas y se realizó un minuto de silencio.

Finalmente, y antes del tradicional desfile de las tropas que se realizó en la plaza de armas, se reconoció al suboficial retirado y veterano de Malvinas, Jorge Zelaya, por ser quien generó “el primer derribo en defensa del suelo patrio”.

Los abrazos y saludos se multiplicaron entre los uniformados, los veteranos de guerra y los retirados que se presentaron en el acto formal, para después compartir un almuerzo de camaradería.

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